Hacerlo bien significa, y aquí es imperativo recordar a Peter Drucker: «La meta del marketing es conocer y entender al cliente tan bien que el producto le encaje y se venda solo» Es decir, producir algo nuevo o mejorar algo anterior que resuelva de forma más optima lo conocido hasta la fecha.
Hacerlo saber es «salir de la tienda» ir – con el medio más adecuado y rentable – hacia el cliente para que, conociéndonos, pueda tomar la decisión de comprar.

CONOCER y ENTENDER al Cliente:
En sus cuatro facetas fundamentales; cuando COMPRA, cuando PAGA, cuando USA y cuando HABLA.
Compra algo que entiende necesita, desea o le satisface, paga si está en los límites de sus posibilidades, usa y confirma su acierto o se desilusiona y finalmente, en función de su experiencia, habla bien o mal del producto.

Si diseñamos con inteligencia, logramos producir a un precio ajustado que nos permita el margen necesario sin salir de los límites de las posibilidades del comprador, lo ponemos a su alcance con todas las facilidades máximas alcanzables y cuando lo use compruebe que no le hemos engañado… hablará bien y nos ayudará a hacerlo saber.

Actuar sin tener en cuenta esos criterios nos obligará a contratar vendedores de aquellos que hemos mitificado, los que son capaces de convencer al esquimal para que nos compre cubitos de hielo o venderle arena al nómada del desierto.

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